El ejercicio 2017 fue francamente satisfactorio; todo y las dificultades de diversa índole que hubimos de afrontar durante el año.
El año pasado el Grupo facturó 1.799 millones €, el mayor registro de facturación de su historia para superar el hito de 2007. A este registro han contribuido, y en rara coincidencia, el buen comportamiento tanto de los mercados maduros como de los emergentes. La zona del euro alcanzó su presupuesto impulsada por el crecimiento de la operación española, que refleja la vigorosa recuperación de su economía; Brasil se recupera, Rusia y China crecen con fuerza, y tanto Suiza como India se mantienen, aunque ligeramente a la baja.
A pesar de los impactos negativos del tipo de cambio y del descenso del negocio de cerámica plana, la rentabilidad sigue creciendo como consecuencia del incremento de las ventas y de la mejora del margen bruto (0,3%). El EBITDA alcanzó los 245 millones y se mejoraron todos los indicadores de solvencia.
Este mundo tan excepcionalmente cambiante nos obliga a estar concentrados para anticiparnos y actuar, si queremos formar parte del presente y del futuro.
El desafío para una empresa con vocación netamente industrial de tamaño medio es más importante, si cabe, en estos tiempos de incertidumbre y complejidad. A escala global la economía sigue sin recuperar el ritmo de crecimiento que sería deseable y, por el contrario, se ciernen nuevas amenazas como el proteccionismo, que dificultan el comercio internacional y propician la inestabilidad. Tal y como ha ocurrido en los últimos años, las previsiones de crecimiento de la economía mundial son mejores para este 2018 y nos tememos que, también de forma análoga, finalmente el PIB mundial presente un crecimiento decepcionante. Lo que parece cierto es que este mundo tan rápidamente cambiante –como nunca ocurrió, exceptuando los periodos de grandes conflictos bélicos– nos obliga a estar concentrados para anticiparnos si queremos formar parte del presente y del futuro.
En 2008, cuando nos alcanzó de lleno el impacto de la devastadora crisis económica, el reto de muchas empresas consistía en la supervivencia. Por nuestra parte, se hubieron de adoptar medidas primero paliativas y luego de choque, en espera de que la economía mundial y española -de la que tanto dependíamos mejorase. Pocos pudieron vaticinar tal virulencia y tan prolongada duración. Año tras año veíamos que la situación no era iba a mejorar de la noche a la mañana.
Sin embargo, durante la década de la crisis, supimos aprovechar para equilibrar nuestra posición geográfica y mantener el equilibrio entre los mercados de futuro y los maduros:
De resultas de estos esfuerzos, el Grupo presenta hoy una posición mucho más compensada entre regiones. Por poner un ejemplo: en 2007 EMEA suponía un 64% de los ingresos totales y hoy, de vuelta al crecimiento, se sitúa en el 35%; en el mismo periodo, el mercado español ha pasado del 43 al 18%.
Si bien la compensación geográfica fue una medida relevante, no hubo lugar a dudas al respecto de su necesidad.
En efecto, una vez finalizada de forma abrupta una fase de expansión vertiginosa (1999-2008), se hacía perentorio definir un modelo organizativo que nos hiciera competitivos y nos devolviera por la senda del crecimiento y de la rentabilidad. Estaba claro que la crisis no era un paréntesis, sino que, por diversas razones de índole diversa (financiera, demográfica, geopolítica, tecnológica, medioambiental,…), nos encontrábamos ante un cambio de paradigma.
Hubo entonces que elegir entre el dilema de gestionar un grupo de negocios agregados o integrarnos para operar con lógica global. Optamos por la segunda opción que, siendo la más ardua de implantar, se está revelando como el verdadero fundamento competitivo para las condiciones cambiantes de los mercados para estos tiempos convulsos.
Tras digerir las numerosas adquisiciones, era momento de configurar una empresa capaz de competir en medio de una globalización imperfecta. Para conseguirlo se marcaron tres líneas estratégicas, de las que ya hemos hablado en otras ocasiones:
Es este un modelo organizacional propio y original. Concebido para dar respuesta a nuestras necesidades específicas, está dando cada vez mayor rendimiento aun cuando tiene todavía mucho recorrido para su perfeccionamiento y está pensado para ser evolucionado.
Anclado firmemente en nuestros valores y principios éticos, nuestro modelo posibilita el crecimiento sostenido, la adaptación a los vaivenes socioeconómicos y a la incertidumbre de esta era digital de la globalización.
Formaremos parte del futuro si somos capaces de poner de relieve los beneficios que aportamos a toda la cadena de valor, tal como hicimos a la hora de plantear la celebración de nuestro centenario el pasado año: vimos que teníamos una oportunidad única para dirigirnos a nuestros grupos de interés saltándonos la rutina de las habituales relaciones estrictamente profesionales; debíamos aprovechar la ocasión para diferenciarnos, recordándoles la singularidad de nuestro modelo empresarial, que está basado en la estabilidad, la independencia respecto de la inversión especulativa, la apuesta por el largo plazo y la creación de valor compartido con nuestros clientes y las sociedades donde operamos.
El programa del Centenario fue completo, intenso y francamente satisfactorio por cuanto cumplió con las premisas establecidas. De tal manera que, habiendo requerido una inversión importante, el empeño mereció la pena y la estrategia se ha demostrado acertada de consecuencias prácticas: ampliación nuestra reputación, refuerzo de nuestras relaciones comerciales y haber hecho honores a las generaciones que nos precedieron.
La estrategia del programa del Centenario se ha demostrado acertada y de consecuencias prácticas: ampliación de nuestra reputación, refuerzo de nuestras relaciones comerciales y haber hacho honores a las generaciones que nos precedieron.
Quisiera finalizar haciendo una mención a la dirección de arte de esta memoria que a buen seguro sorprenderá a muchos. En esta ocasión hemos considerado hacer uso de la plástica de Xavier Mariscal, diseñador de prestigio mundial que saltó a la fama con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992, que supusieron el gran espaldarazo para posicionar a nuestra querida ciudad de Barcelona a escala global.
Roca comparte el carácter mediterráneo, próximo, abierto, optimista y laborioso de Barcelona, nuestra tierra de origen, desde la que pensamos seguir impulsando nuestro crecimiento internacional con el mayor respeto para todas las culturas y sociedades.
Creemos que la mascota diseñada por Mariscal recoge esos valores en su particular versión del clásico patito de baño. Está llamada a quedarse con nosotros porque nos ayuda a transmitir ese mensaje de confianza, honestidad y optimismo que venimos trasladando desde hace más de 100 años.